Experiencia Maratónica

NUEVA YORK, EUA (6 de noviembre 2005).37,597 corredores. 26.2 millas que recorrer. Hora de salida: 10:10 am.

 El entrenamiento… 19 semanas. En promedio 4 sesiones por semana, que variaban entre los 5 y 32 kilómetros.

 Nueva York… imponente ciudad. Rush, gente, taxis, edificios, turistas, luces, teatros, Starbucks, tiendas…

 La feria… es aquí donde se hace entrega de los números. Además del proceso sumamente organizado para obtenerlo, hay todo tipo de artículos deportivos para comprar de diversas marcas, todo enfocado al corredor.

La organización… impecable. Desde la entrega de números, la cena previa al maratón, el traslado a Staten Island, los abastecimientos de agua, Gatorade, Power Gel, etc.

 Llegando a la salida… Por la gran cantidad de corredores, el traslado a la salida corre por parte del maratón. Un gran número de camiones arriba a Staten Island, aquí la gente desayuna, descansa, calienta, va al baño y entrega sus cosas que le serán devueltas al final de la carrera.

El clima… 15 grados centígrados, óptimo para nosotros, caliente para muchos que entrenan en temperaturas más frías. Nublado, eso sí. Al principio poca visibilidad a lo lejos, pero conforme pasaron las horas, el sol alumbraba el camino hacia la meta.

 El recorrido… 5 barrios, 5 puentes. Staten Island, Brooklyn, Queens, el Bronx, Manhattan.

 Staten Island… el inicio. Ansia, emoción, adrenalina. La ruta comienza en el puente Verrazano-Narrows, con una milla en ascenso. Esta impresionante estructura, soportada por dos torres con un peso de 27 mil toneladas cada una, tiene unos ultra ligeros movimientos laterales con el río de gente que por él transita al escuchar el disparo inicial.

Brooklyn… donde se recorre más distancia. 12 millas, la mitad de ellas por la Cuarta Avenida. Una calle muy ancha, repleta de corredores quienes por las banquetas son apoyados por un gran número de personas que gritan, que motivan, que ondean banderas de distintos países.

Queens… aahh, el puente Queensborough. Poco después de la mitad del recorrido, viene este puente de una milla en un ascenso pronunciado. Ya con algo de cansancio encima, se siente más de lo que realmente está, pero lo gratificante de esta subida, viene al terminar su descenso, pues justo a punto de salir del puente, ya se oye la gente gritando e impulsando a los corredores a seguir hacia la meta, a no darse por vencidos.

Bronx… sólo una milla, que al finalizarla, sabes que Manhattan y la meta sólo están ya a 6 millas.

Manhattan… en dos ocasiones se pasa por aquí, de la milla 16 a la 19 (entre Queens y el Bronx) y luego al finalizar (después del Bronx), de la 21 a la 26.2. Aquí se encuentra la porra más ruidosa de todo el maratón. Ya que visualizas Central Park, crees que ya llegaste (ahí está la meta), sin embargo falta lo más pesado: terminar. Y más, porque de las últimas 3 millas, la mitad (aproximadamente) es en subida.

La meta… la sientes. Pasas la milla 25 y comienzas a ver la cuenta regresiva, 1 milla… 500 yardas… 400… 300… quisieras poder dar un gran paso y llegar de un brinco, pero no, paso a paso, ves el letrero 200 yardas… 100… es aquí donde ya puedes ver la meta y comienzas a sentir la emoción, el “ya llegué”…

El sentimiento… Después de más de 4 horas, es difícil describir lo que sentí. Había logrado un gran reto, cumplido mi meta de llegar sin detenerme. Ver la culminación de mi esfuerzo valió la pena. Disfruté cada milla, aunque algunas las sufrí más que otras.

La gente… apoyo incondicional. Es la fuerza que te hace no detenerte y seguir corriendo cuando crees que el cansancio se apodera de ti. Además del apoyo moral, te proporcionan plátano, papel, dulces, un sin fin de cosas que saben que un corredor puede necesitar en un recorrido tan largo. ¡Gracias!

Los otros corredores… Altos, bajitos, delgados, fuertes, morenos, greñudos, hay de todo en la viña del Señor. Conscientes de la difícil tarea que es un maratón, unos a otros nos apoyamos e impulsamos a seguir corriendo. Independientemente de nuestra fisonomía o raza, todos teníamos algo en común: la meta.

Y los otros participantes… no sólo corredores participan, hay quien camina el maratón (gente de más de 80 años), quien lo rueda, quien con sus muletas se impulsa paso a paso por los 42 kilómetros. Impresionante y motivante.

Con mucho orgullo, me declaro FINISHER del primer maratón de mi vida. Y cierro con una frase común entre corredores, “PAIN IS TEMPORARY, PRIDE IS FOREVER”…